La MSE es la muerte repentina e inesperada de pacientes con epilepsia que no puede explicarse por otra causa, como podría ser por ejemplo un ataque cardíaco, estado de mal epiléptico, ahogamiento o accidentes confirmados por autopsia. Sin embargo, diversos estudios sobre la incidencia de MSE han utilizado diferentes definiciones de esta, lo que probablemente ha influido en los resultados de los mismos. Por este motivo, un grupo de expertos sugirió una clasificación de MSE más diferenciada para incrementar su precisión diagnóstica y facilitar así la comparación entre diferentes estudios. Como resultado de ello se distingue actualmente entre MSE definitiva, probable, posible, cuasi-MSE y casos inclasificables. Según esta clasificación la MSE definitiva cumple todos los criterios de la MSE, incluyendo una autopsia. Con la MSE posible hay una causa compatible, que sin embargo no es responsable de la muerte del paciente con absoluta certeza. Una cuasi-MSE existe cuando un paciente con epilepsia sufre un paro cardiovascular y sobrevive durante más de una hora, siempre y cuando la evaluación diagnóstica no revele ninguna causa estructural para el paro cardíaco.

Prevención de la muerte súbita en epilepsia

¿Puede el conocimiento acerca de los factores de riesgo y la fisiopatología de la MSE ayudar a proteger a los pacientes de la misma? 

Dado que un control insuficiente de las crisis epilépticas es el factor de riesgo más importante y, según los conocimientos actuales, la MSE es un fenómeno asociado a las crisis, un mejor control de crisis constituye la principal medida para prevenir la MSE. De hecho, un reciente metaanálisis de 112 ensayos clínicos demostró que la terapia adyuvante con antiepilépticos en pacientes con epilepsia refractaria en comparación con el placebo reduce 7 veces la odds ratio de MSE. Desafortunadamente, y como es bien conocido, un tercio de los pacientes con epilepsia sufren crisis a pesar de las terapias antiepilépticas. Algunos de ellos pueden ser tratados quirúrgicamente y quedar libres de crisis en un porcentaje considerable de casos. Sin embargo, en qué medida la cirugía de la epilepsia modifica el riesgo de MSE no ha podido ser aclarado aún. Al menos algunos estudios de casos y controles han mostrado que una cirugía de la epilepsia con resultado positivo reduce la mortalidad de forma significativa. Para los pacientes no candidatos a una cirugía de la epilepsia existen otras alternativas al tratamiento farmacológico, como la estimulación del nervio vago. La estimulación del nervio vago debe sin embargo ser considerada como un tratamiento paliativo, dado que rara vez conduce a la libertad de crisis, aunque sí se ha demostrado que puede reducir la frecuencia de las crisis en pacientes con epilepsia refractaria. En principio, una mejora en el control de crisis debe conducir a una reducción del riesgo de MSE. Sin embargo, los estudios previos en esta área proporcionan resultados contradictorios, por lo que no es posible concluir que esta terapia tenga un efecto protector.

En los pacientes con crisis nocturnas una vigilancia puede probablemente reducir el riesgo de MSE. Los resultados del estudio MORTEMUS sugieren que la reanimación iniciada por familiares o cuidadores en una etapa temprana puede evitar la MSE. Sin embargo, no queda claro si una reanimación por personal no entrenado puede tener efectos sobre la tasa de MSE. No obstante, existen algunos indicios de que simples medidas de enfermería acortan los trastornos respiratorios postictales y la supresión generalizada postictal en el EEG. La implantación de un marcapasos cardíaco parecería un terapia lógica de la MSE, ya que se ha mostrado su eficacia en el caso de asistolia ictal. Sin embargo, hasta ahora no se ha podido demostrar ningún efecto sobre el riesgo de MSE. Contradictoriamente, en un estudio de casos y controles uno de los pacientes fallecidos por MSE era portador de un marcapasos previamente implantado por presentar bradicardia periictal.

Fuente: elsevier.es