Llámalo como quieras: pereza, desidia, desmotivación, ociosidad… Puede que tu problema no sea este, sino que a veces estás tan abrumado y sobrecargado que el panorama te paraliza. Pero al final, sea lo que sea, el resultado es siempre el mismo: inmovilismo ante las tareas pendientes e incapacidad para vencer la pereza.

El resultado de no hacer eso que tenemos que hacer o hacerlo con desgana, tiene consecuencias directas sobre nuestra calidad de vida. Además, el sentimiento de culpa por no ser capaces de vencer la pereza afecta a nuestra autoestima.

Todos conocemos esta sensación en multitud de acepciones, aunque no siempre sabemos identificarlas bien y las agrupamos todas en el mismo saco. En el fondo, las estrategias para superar la situación son las mismas, independientemente de lo que haya detrás.

Vencer la pereza es bastante más fácil de lo que puede parece. Solo hace falta tomar la decisión de hacerlo y poner en práctica algunas sencillas estrategias.

 

¿Cómo vencer la pereza?

Hay muchas formas de vencer la pereza. Algunos métodos requieren analizar cuál es el problema real o la fijación de objetivos concretos para establecer una meta que sirva de faro. Sin embargo, no todo en la vida es tan complicado.

Las siguientes estrategias te servirán en cualquier situación. Empieza por aquí para conseguir resultados prácticos rápidos. La ventaja de lo que vas a ver a continuación es que no tienes que empezar pensando demasiado, por lo que podrás mecanizar el sistema para todos esos momentos en los que necesitas ponerte con algo rápidamente.

 

1. Las cosas simples primero

Por obvio que parezca, es necesario recordar que para hacer algo hay que empezar a hacerlo. Pensar en hacerlo no vale, sino que hay que empezar. Lee atentamente este adivinanza que propone Ana Moreno: “Hay tres pájaros en un árbol y dos de ellos deciden saltar. ¿Cuántos pájaros hay ahora?”

Sigue habiendo tres pájaros. Mientras los que piensen en saltar no salten seguirán estando en la rama. Lo mismo ocurre con la pereza. De nada sirve que pienses que tienes que hacer algo mientras no lo hagas.

El problema es el bloqueo que acompaña a la pereza: ¿por dónde empiezo? No te compliques la vida y empieza por lo más simple. Y si todo es igual, simplifica tu elección haciendo lo primero que surja. No es la mejor forma de organizarse, pero sí la más eficaz para empezar a hacer algo.

 

2. Paso a paso

Otro de los grandes problemas que nos bloquean y nos hacen entrar en modo perezoso es que las tareas son tan grandes que nos abruman. Para salir de ahí lo mejor es dividir las tareas en otras tareas más pequeñas para reducir la presión y mantenernos motivados.

Esto requiere pensar un poco en lo que hay que hacer, pero no es para tanto. Divide primero la tarea en 3, 4 o 5 partes (las que necesites, pero que no sean muchas).

Si esto todavía es abrumador, coge la primera parte y divídela de nuevo, dejando las demás para cuando les toque. Si sigue siendo mucho, vuelve a dividir hasta que puedas empezar por algo digerible y tengas una referencias para avanzar.

Lo ideal para obtener buenos resultados sería dividir todo en pequeñas partes y planificar su desarrollo. Esto en sí mismo puede ser una tarea abrumadora. Pero estamos hablando de vencer la pereza, no de alcanzar la máxima productividad y eficacia, así que con esto nos vale de momento.

 

3. Haz una lista de tareas pendientes

A veces nos encontramos en situaciones caóticas con un montón de trabajo pendiente. Es muy difícil no perder la pista de todo el trabajo que hay que hacer. ¿Cómo empezar por lo más sencillo si no sabes lo que hay que hacer? Y de ir paso a paso ni hablamos, porque cada tarea es independiente.

Para solucionar esto, siéntate un momento y anota lo que tienes que hacer en una lista en el formato que más te guste: anota todo en un papel o en notas indpendientes que colocarás en un tablero, por ejemplo. Regálate este momento previo para definir lo que tienes por delante.

Con esta lista delante ya puedes decidir. Elimina las tareas superfluas y deja las tareas menos urgentes para otra día. Luego, coge la tarea más sencilla, la que menos tiempo te lleve y da ese primer paso.

Después, paso a paso, vete avanzando en la lista. No te juzgues, no intentes abarcar intelectualmente todo el problema. Simplemente, avanza, tachando o retirando lo que esté hecho.

 

4. Visualiza los beneficios de una tarea hecha

Si te da pereza hacer algo por el esfuerzo que supone, piensa en lo que pasará cuando esté hecho. Visualiza el resultado y disfrútalo. Esto te llenará de energía y restaurará tu motivación. Visualizar las tareas terminadas ayuda a vencer la resistencia interior que te  estaba impidiendo involucrarte con esas tareas.

La visualización también ayuda a plantear opciones sobre cómo solucionar los posibles problemas para realizar una tarea o a plantear algo tan sencillo como por dónde empezar.

 

5. Elimina las distracciones

Habitualmente las distracciones son la fuente de la pereza y la única razón por la que decidimos aplazar las tareas para otro momento, lo que hace que hace que estas parezcan aún más aburridas.

Sea lo que sea aquello que te distrae, elimínalo. Asegúrate  de que una vez que hayas comenzado con una de las tareas no haya nada que te distraiga. De sobra sabes lo que es, para esto no vas a tener que hacer un gran ejercicio de autoexploración.

 

 

Fuente: lamenteesmaravillosa.com/