“Es importante darse cuenta de que el estrés viaja rápidamente de una persona a la siguiente”, escribe Sharot. Esto es, si tus compañeros de trabajo están estresados, probablemente tú también te sientas así. Por tanto, es muy necesario que las empresas se den cuenta de esto para mejorar la productividad a través de tácticas que no induzcan estrés en sus empleados.

La conexión entre una madre y su bebé es tan fuerte que un estudio de la Universidad de California en San Francisco comprobó que el estrés se comparte desde una madre a su bebé a través de los latidos del corazón, que indican peligro al niño. Así, en el estudio, cuando las madres habían pasado un evento social estresante y tomaban a sus infantes en brazos, estos evitaban también el contacto con otras personas.

Pero no tienes que conocer a otra persona para sentir su estrés. Es más, ni siquiera tienes que estar cerca. De acuerdo con Sharot, varios estudios demuestran que las redes sociales son la principal vía contagiosa de emociones: si ves publicaciones positivas, es más probable que también produzcas contenido de este tipo; si todo lo que ves son noticias nefastas o quejas (el investigador pone el ejemplo de algo tan inocente como “quejas sobre una fila larga en una cafetería”), tienes más probabilidades de reproducirlas.

Muchos de nosotros, escribe el neurólogo, vivimos como si estuviéramos en un peligro real: nuestros cuerpos reaccionan hacia un tuit igual que lo hacían en épocas prehistóricas ante un depredador hambriento. ¿No lo crees? Se ha demostrado que chequear tu teléfono a cada minuto es una señal de estrés. Además, las reacciones fisiológicas hacia las publicaciones de redes sociales se han medido: tuitear, por ejemplo, eleva el pulso, aumenta el tamaño de las pupilas y te hace sudar más que otras actividades diarias, según el investigador.

 

¿Cómo puedes combatir el estrés?

El hecho de que el estrés nos haga retener solo la información negativa, combinado con su capacidad de esparcirse como una ola, puede generar estados de alerta colectivos y, debido a la facilidad para compartir noticias en internet, hasta masivos, de alcance mundial, que no siempre son útiles.

El resultado de esto es un ciclo de noticias negativas que se van alimentando entre sí y crecen en los medios y en las redes sociales, lo que causa más estrés en la población, que genera más publicaciones dañinas. Pero podemos parar todo esto si tomamos conciencia.

Solo mira por un momento las páginas o personas que sigues en las redes que utilizas. Quizá algunas de ellas publiquen demasiadas quejas, o compartan todos los días muchas noticias negativas… y probablemente debas considerar dejar de seguirlas. A muchos jóvenes nos gusta mirar contenido que nos identifica pero no tiene ningún aporte positivo. Hay otras personas que, por el solo hecho de mantenerse informadas, aumentan su estrés con noticias desagradables, que abundan en los medios masivos.

También se ha comprobado que el excesivo uso de redes sociales puede desencadenar sentimientos de envidia, y las publicaciones que la provocan son justamente positivas. Es importante darse cuenta de todo lo que estamos consumiendo, porque eso modela nuestras emociones y la manera en que nos relacionamos con los demás.

La buena noticia, dice Sharot, es que las emociones positivas también son contagiosas, y, además de eso, poderosas, ya que inclinan a las personas a buscar soluciones. Por eso es que los premios y la retroalimentación positiva funcionan mejor en un ambiente de trabajo que los castigos.

Por esto, las estrategias para combatir el estrés (como, por ejemplo, los ejercicios de respiración) no funcionan solas, si lo próximo que haces es leer varias noticias sobre delitos o enfermedades. Rodearte de contenido que mantenga tu buen humor, hasta donde sea posible, es un buen primer paso para comenzar a cambiar. Todos tenemos derecho a estar informados, pero también existe la sobrecarga de información.

Procura comenzar tu día en una buena nota: puede que inspires a alguien más.

 

Fuente: vix.com