Un yogur helado contiene casi el triple de calorías que un yogur natural, una razón de peso para disfrutar de este postre con moderación.

Son ricos, cremosos, frescos y apetecibles. Combinan muy bien con diversos ingredientes -en especial, con las frutas- y su ingrediente principal es el yogur, un alimento con muy buena reputación. De hecho, muchas personas piensan que las propiedades beneficiosas de los yogures son tan notorias que, aunque se les añadan grandes cantidades de azúcares o grasas, siguen siendo saludables. No extraña, por tanto, el éxito de los yogures helados, que aumenta cada verano pese a las advertencias de los expertos en nutrición, que insisten en que un yogur helado no debe considerarse un alimento de consumo habitual, tal y como se amplía en el presente artículo.

Casi el triple de calorías

Mientras que 100 gramos de un yogur natural aportan 57 kilocalorías, 100 gramos de yogur helado contienen 159 kilocalorías, es decir, casi el triple. El mayor aporte calórico se justifica porque el yogur helado tiene cinco veces más cantidad de azúcar y el doble de grasa total que el yogur natural, tal y como se detalla a continuación, con datos tomados de las tablas de composición del Centro de Enseñanza Superior de Nutrición y Dietética (CESNID) y de la base de datos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA).

Incluso si en la comparación anterior se sustituye el yogur natural por un yogur azucarado (más calórico), todavía existen notables contrastes, dado que este alimento aporta 86 kilocalorías por 100 gramos, casi la mitad de la energía que presenta el yogur helado. Esto es así porque mientras que el contenido en azúcar en el yogur helado es del 24%, en el yogur natural azucarado es del 13,7%, y porque las grasas totales todavía son superiores en el yogur helado (5,6% frente al 2% en el yogur natural).

Estas diferencias, que pueden variar en función de la amplia gama de productos que se encuentran en el mercado, se explican porque el frío disminuye la percepción del gusto de los alimentos por parte de nuestra lengua, por lo que para mantener un sabor que agrade a los consumidores el fabricante precisa añadir mayores cantidades de azúcar y grasa.

Las anteriores diferencias variarán en función del tamaño de la ración y, también, si al yogur helado se le agregan los complementos que ofrecen en las heladerías o yogurterías llamados topping (fideos de chocolate, frutos secos caramelizados, galletitas crujientes, etc.).

 

¿Tan saludable es el yogur?

Numerosas personas consideran que los beneficios del yogur son de tal calibre que pueden llegar a compensar, de alguna misteriosa manera, el mayor contenido calórico que existe en el yogur helado. No obstante, el yogur no es un «milagro nutritivo». Pese a las muchas propiedades que se le han atribuido en los últimos años, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria solo ha aprobado la relacionada con la mejora de la digestión de la lactosa, el azúcar presente de forma natural en la leche y sus derivados. Aunque diversos estudios observan posibles beneficios que podrían relacionarse con la ingesta de yogur, resulta difícil comprobar en las investigaciones si el efecto es atribuible a las características que presentan las personas que consumen de forma habitual este alimento.

Sea como fuere, la cantidad de bacterias lácteas suele ser inferior en el yogur helado, sin olvidar que los posibles beneficios aplicables a este alimento quedarán nublados por la alta cantidad de calorías que contiene.

 

No por ser bajos en grasas son bajos en calorías

Pese a que en el mercado es posible encontrar variedades de yogures helados con el reclamo «bajo en grasas», la Universidad de Salud Pública de Harvard señala que no son opciones más saludables que las versiones estándar, porque su contenido en azúcar es «muy alto». Una excepción a esta consideración serían los yogures helados elaborados con edulcorantes bajos en calorías, aunque existen dudas en el ámbito científico sobre si estos edulcorantes, cuyo poder dulce es muy elevado, podrían alterar las preferencias alimentarias de la población que los toma a menudo.

En cualquier caso, ni el yogur natural ni el yogur helado deben desplazar el consumo habitual de otros alimentos que deben suponer la base de toda alimentación saludable: los de origen vegetal poco procesados. Es preciso tener esto en cuenta porque el clásico postre, formado por fruta fresca, se ha sustituido en muchas ocasiones (sobre todo en niños) por yogures, sean naturales, azucarados o helados. Así, el documento ‘Valoración Nutricional de la Dieta Española de acuerdo al Panel de Consumo Alimentario’ (2012) detalló que el yogur es uno de los alimentos «que con más fuerza ha irrumpido en la dieta española y, de manera especial, como postre habitual».

 

 

 

 

Fuente: consumer.es